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Cada vez más, en nuestro denso calendario de carreras populares, encontramos las denominadas carreras solidarias, en las que los organizadores se significan con alguna causa “noble” para recaudar fondos para ONG’s u organismos institucionales encargados de dar cobertura a los más necesitados.

Entre estas pruebas se encuentra la carrera Proniño. Su fin, luchar contra un auténtico drama, el trabajo infantil, un hecho que no es excepcional en la mayoría de países latinoamericanos y que se da cada vez más también en España. Un lacra, con la que se significó la Fundación Telefónica a través de su programa Proniño, que ya ha dado cobertura a 279.000 niños desde que se creara hace 12 años.
Se calcula que 215 millones de niños trabajan en el mundo, cifra que impresiona por su crudeza, ya que de estos, 115 millones lo hacen en las peores condiciones de salubridad y explotación.

Hace tres años, los responsables de Proniño y la Fundación Telefónica quisieron echar a la gente a la calle para sensibilizar aún más a la sociedad española con esta causa, y de ahí esta carrera sobre 10 km, con versión corta para los iniciados y con carreras infantiles al finalizar las pruebas absolutas, para que los niños sepan lo que pasa y lo cuenten a sus amigos, profesores, familiares, divirtiéndose con el deporte.
 
Con independencia del motivo, que a mi entender merece la máxima atención, esta Carrera Popular Proniño, se distingue de otras muchas competiciones solidarias, en que su organización dona la recaudación íntegra de las inscripciones al programa Proniño, los ocho euros de la carrera grande y los cuatro de los 3.000 metros. Este año más de 27.200 euros.

Madrugón, amplias avenidas y mucho calor
La competición, como ya hemos dicho, tiene como reclamo de salida y meta el macroedificio sede del Grupo Telefónica, ubicado en uno de los barrios del extrarradio de la capital, Las Tablas, lindando con el municipio de Alcobendas y los barrios de La Moraleja y Fuencarral. Un trazado con amplias y largas avenidas, con pocos cambios de ritmo pero algún ligero y tendido repecho.

Lo peor para muchos era el madrugón, porque la salida tuvo lugar a las 9:00 horas, horario que responde en gran medida a minimizar el calor que se le supone a Madrid en esta época. Y así ocurrió en esta edición, ya que los rayos del sol apretaban con fuerza desde que se abriera la recogida de chips a las 7:30 horas. Los bomberos del Ayuntamiento de Madrid, que tenían varias atracciones en el recinto de salida y meta para los más pequeños, se dedicaron a refrescar al personal con sus aspersores de agua vaporizada. El calor apretó de lo lindo y el madrugón, poco apetecible, minimizó su acción. Los inscritos en la prueba de 10 km, la mayoría, tomaron la salida a las 9 horas en punto mientras que los participantes en los 3 km lo hicieron 10 minutos más tarde. Todos se llevaron su bolsa zapatillero, camiseta conmemorativa, que por cierto ha gustado mucho según nos han hecho constar muchos participantes y evidentemente un variada avituallamiento líquido con agua y bebidas isotónicas.

Ilustres bien conservados
Y entre los madrugadores allí estuvieron el vigente campeón de la carrera, nada menos que Chema Martínez, quien se ha significado desde el inicio con esta carrera, apoyando todas sus campañas de promoción y ganando la competición. Junto a él estuvieron difundiendo la misma el también maratoniano Martín Fiz, otro impulsor con creces del evento, y a ambos se sumaron en esta edición el recordman Europeo de media maratón y compañero como premio Príncipe de Asturias de los Deportes con Fiz, Fabián Roncero, y el triatleta internacional Alejandro Santamaría. Ellos y Gonzalo Martín (director de Wayra, del Grupo Telefónica) y el vicepresidente de la Fundación Telefónica, Javier Nadal, estuvieron en primera línea de salida, dirigiendo unas palabras a todos los participantes y luego compartieron la entrega de trofeos.

Y justo antes de la cuenta atrás para iniciar la carrera, los casi 4.000 inscritos alzaron con sus manos una hoja de cuaderno en señal de protesta contra el trabajo infantil, aludiendo al lema de la prueba este año: “Más niños estudiando, menos niños trabajando”. Por cierto que el evento estaba enmarcado en la Semana Internacional contra el Trabajo Infantil y además esta Carrera Proniño, se ha desarrollado paralelamente en México, Nicaragua, Ecuador y El Salvador, todas con el mismo fin e igualmente con mucha aceptación, aunque la abanderada sea la carrera de Madrid. México, por ejemplo tuvo a 3.000 participantes.

En el plano puramente deportivo, triunfó de nuevo Chema Martínez, con una victoria contundente dentro de los entrenamientos cotidianos del madrileño. El estadounidense Jesse Arnold acabó segundo, como en la Carrera Liberty un mes antes, y completó el cajón el incombustible Martín Fiz. Fabián renqueante por una lesión desde hace meses, mantuvo el tipo estando en los podios de veteranos junto a sus antiguos colegas de batallas.  La mejor fémina, la joven promesa Irene Lorenzo, emuló a Chema repitiendo el triunfo cosechado en Liberty cuatro semana atrás, por delante de la ilustre veterana cántabra, Merche Palacios.



Otra competición
Entre los que tomaron la salida en la prueba de 3 km la mayoría eran atletas no federados y poco habituales a la carrera pedestre, pero hubo quienes eligieron la distancia para medir sus fuerzas a tope. Y pese a no incitar a la competición, resaltamos el triunfo absoluto masculino, ya que este recayó en David Martínez y que éste llegó extremadamente feliz a los metros finales, brazos en alto para celebrarlo. Hasta ahí nada excepcional, pero si añadimos que este David es el hermano de Chema Martínez, vivimos la curiosa circunstancia de que dos hermanos triunfaran en una misma carrera absoluta con dos opciones kilométricas, hecho que yo no había vivido con anterioridad.

Y como señalábamos en nuestro titular, especial protagonismo para los niños (1.200 inscritos), ya que los menores de 15 años tenían para sí carreras con inscripción gratuita, regalo de camiseta y medallas para todos. Y encima para amenizar la espera a sus salidas (distribuidas por años de nacimiento, separando niños y niñas en función del número de inscritos) tuvieron disponibles hinchables, atracciones de los bomberos (espuma, primeros auxilios…), taller de pinturas y globos, junto a tirolinas y rocódromo en la carpa de Fundación Telefónica. Vamos que nadie se aburrió y hasta las 13 horas la Ronda de la Comunicación en la que estaba ubicada la salida y meta, fue un hervidero de chavalería con ganas de pasarlo bien y decir “No al trabajo infantil”.

Texto: Vicente Capitán

 
   
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